Experiencia de asesoramiento: “Ira, agresividad y venganza”

La ira es una emoción que tiene el poder de enajenarnos de nosotros mismos, arrastrándonos a reaccionar con distintos grados de agresividad o violencia.

¿Quién de nosotros no se ha sorprendido a sí mism@ reaccionando impulsiva y descontroladamente ante alguna situación que nos ha producido un gran enfado o nos ha «sacado de nuestras casillas»? 

Seguro que no nos resulta difícil recordar situaciones en las que «el alienígena que llevamos dentro» se apodera de nosotros. También es probable que recordemos el arrepentimiento o la vergüenza que hemos sentido después.

El consultante protagonista de esta experiencia tenía un problema recurrente con su agresividad que se manifestaba en las relaciones que mantenía en distintos ámbitos de su vida. Cuando no se sentía tratado de forma respetuosa reaccionaba de forma agresiva y desproporcionada. 

Asesor: ¿Por qué te comportas así cuando no te sientes bien tratado?

Consultante: Cuando alguien me trata mal, merece que yo le trate del mismo modo, o incluso peor. Las personas solo merecen respeto si me respetan y la forma de lograr respeto es infundir miedo. Cuando reacciono con violencia y agresividad infundo temor en los demás y esto evita que se atrevan a volver a tratarme de forma inadecuada.

Asesor: ¿Qué sentido tiene para ti comportarte de esta forma? ¿Qué tratas de lograr?

Consultante: Trato de evitar que me pisoteen; evito quedar por debajo de los demás. No soporto a la gente que se cree superior.

Asesor: Entiendo. Pero me cuentas esto porque supongo que te causa problemas en tu vida cotidiana, claro. Si no, no estaríamos hablando de ello. 

Consultante: Sí. Esto me causa muchos problemas. Pierdo los papeles con mucha frecuencia, tanto en el trabajo como con mi familia y mi pareja. Además, cuando me vuelvo impulsivo y descontrolado deterioro mi imagen ante los demás y ante mí mismo. Y después de estos sucesos siento vergüenza, culpa y arrepentimiento.

Asesor: Parece que tu estrategia no es muy eficaz, pues dices que estos episodios se repiten a menudo y además tienen efectos colaterales indeseados.

Consultante: Sí. Me altero mucho y me pongo muy nervioso; no descanso bien y tengo dolores de cabeza y problemas de estómago y creo que todo está relacionado con mi forma de ser.

Asesor: Entre otras, hay un par de creencias limitadas que tú asumes y que explican por qué te comportas de esta manera: «Cuando alguien me trata mal, merece que yo le trate del mismo modo o incluso peor» y «La forma más eficaz de impedir que me pisoteen y no sentirme inferior es ser agresivo e infundir miedo». 

Sin embargo, a la luz de las repercusiones que tiene en tu vida funcionar al dictado de estas creencias parecería que hay algún punto ciego en ellas que merecería ser clarificado. ¿Cómo crees que sería tu vida si no asumieras estas creencias como verdaderas, si no funcionaras en conformidad con ellas?

Consultante: Tendría menos conflictos y los conflictos no se agrandarían; la relación con mi pareja y mis amigos mejoraría; no tendría tantas dudas sobre el futuro de la  relación con mi pareja; mejoraría mi comunicación con los demás; me sentiría mejor conmigo mismo, tendría un concepto diferente de mí mismo; tendría mayor autoestima, me sentiría mejor persona y tendría más equilibrio.

(Tras un largo trabajo y mucho diálogo mayéutico el consultante transformó su visión y también su modo de dar respuesta a las situaciones que antes activaban su patrón de conducta inicial)

Asesor: Hemos hecho un largo recorrido ¿Cómo ves ahora las cosas y cómo transformarías las creencias limitadas de las que partimos? ¿Te sigues sintiendo identificado con ellas? 

Consultante: No. Ya no veo las cosas de la misma manera.  Todas las personas merecen respeto. Las personas que no respetan a los demás lo hacen porque hay algo detrás que los lleva a actuar así. Las personas actúan de la manera que saben o pueden en cada momento. Ahora puedo entender las limitaciones de los demás; comprendo qué puede haber detrás de su comportamiento y puedo verlo con compasión. Se puede responder al comportamiento inadecuado de otras personas con respeto o poniendo límites. No es necesario infundir miedo. El miedo no genera respeto, genera temor y distanciamiento.

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