EL PODER TRANSFORMADOR DE LA FILOSOFÍA
“[La filosofía] es imprescindible que sea la ciencia teórica de los primeros principios y las primeras causas. Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración (...) Si los primeros filósofos filosofaron para liberarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la ciencia para saber, y no por miras de utilidad” (ARISTÓTELES, Metafísica, I.2.)1
LA TERAPIA FILOSÓFICA COMO CUIDADO DE SÍ
Ocuparse de uno mismo es un tema muy antiguo en la cultura griega[1], una conminación que encontramos en muchas doctrinas filosóficas: Apuleyo, Epicuro, Marco Aurelio, Séneca…, siendo en Epicteto donde se señala, sin duda, la más alta elaboración filosófica de este tema, al definir, en las Conversaciones, al ser humano como el ser que ha sido confiado al cuidado de sí[2]. El cuidado de sí, para Epicteto, es un privilegio-deber, un don-obligación que nos asegura la libertad[3], de modo que aprender a vivir es una invitación a transformar la existencia en un ejercicio permanente[4].